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20 Septiembre 2010
MADRID (20/09/2010). ©© Redacción de Historia del periodismo
El tema de la generación "ni-ni" empezó como un asunto banal. Era el argumento de un reality show de La Sexta -la más banalizadora de todas las cadenas de televisión-, que terminó entre escándalos.
Pero las estadísticas, que ha hecho públicas la Comisión Europea, este miércoles, son muy serias; y "España es uno de los cuatro países de la Unión con más 'ni-nis' o con más jóvenes entre los 15 y los 24 años que ni estudian ni trabajan".
Estadísticamente hablando: "14 de cada 100 jóvenes en nuestro país no estudian, ni trabajan, ni están interesados por nada", y dice Bruselas "que corren el riesgo de quedarse sin trabajo para siempre porque no se están capacitando y formando adecuadamente". Es sin duda un fracaso del sistema educativo, del sistema de valores, del sistema familiar... y la enumeración podría extenderse al infinito; pero el dato es demasiado desgarrador y preocupante, como para seguir hablando de sistemas.
A muchos de nuestros jóvenes -incluso a todos los que estudian y trabajan- no les interesa nada. Quizás sea porque los adultos han dado por supuestas demasiadas cosas, como, por ejemplo, que merece la pena la fatiga o la paciencia de aprender y trabajar aunque no tengamos un sentido claro sobre ello. Se ha dado por supuesto que, además, merece la pena el sacrificio aunque lo que hagamos no tenga nada que ver con nuestros deseos de satisfacción personal, que ya no nos atrevemos a confesar.
Y para remediarlo echamos manos de la ética, como si la moral, por la moral, o los valores fuesen capaz de sostener y de mover a alguien. Los "ni-nis" no son una anomalía, son el retrato trágico de unos adultos que han dado por sentado demasiadas cosas. Todos necesitamos, para seguir de pie como hombres, un motivo que nos atraiga, hecho de carne y de sangre ♦
Otras fuentes e información relacionada en: AD (Análisis digital, publicación de M. Medina).